Para variar, éste también está escrito hace unos días (el 27) y es que el paraíso también tienes sus cosillas y la conexión a internet no es siempre divina ;)))
Conectados a internet frente al fuego en el jardín |
Ayer hice caso a mi cuerpo, que ahora mismo prefiere iluminarse a base de música house, ricas comiditas, paseos por la playa y fogatas nocturnas en el jardín con el rugir de las olas de fondo que a base de cumbamelas, shivaratris y multitudes de sadhus en lugares sagrados. Es decir, no tomé el avión. Toda una prueba para mi mente autoexigente y responsable, pero es que a estas alturas de viaje, yo ya no intento controlar nada de lo que ocurre. Siguen sucediendo situaciones que ponen de manifiesto que todo lo que pienso con claridad ocurre casi al instante y que el conflicto está siempre en mi interior. Sigue habiendo tiempo para el silencio, simplemente el entorno es mucho más mundano y la práctica es más solitaria. Una buena prueba.
Siguiendo con los guiños del destino y estando maravillada (a ratos casi fue obsesionada) con las ropas, las telas y sobre todo los colores desde que llegué a este precioso país, no sólo el nombre que me puso Mooji coincide con el de una marca de ropa sino que la habitación en la que duermo en casa de Dani está toda llena de los preciosos vestidos que ella hace. ¡Cada vez que nos arreglamos para salir cae un modelito nuevo! Y menos mal, porque Goa no tiene nada que ver con el resto de India. Se acabó el recato y llegaron los bikinis, los escotes y las piernas al aire.
Así pues, seguimos conectando con la abundancia, y si no cómo puedo llamarle a vivir en una casita frente a la playa, rodeada de palmeras, gatos, perros, cerdos, wi-fi a ratos, la familia hindú que le alquila la casa a Dani y viven detrás, por no decir dentro, porque aparecen en cualquier momento (si no la peque de dos años, la madre o la abuela, a la que llamamos mama y es la que corta el bacalao).
Vista desde casa. El sonido del mar tendreis que imaginarlo |
Siguiendo con los guiños del destino y estando maravillada (a ratos casi fue obsesionada) con las ropas, las telas y sobre todo los colores desde que llegué a este precioso país, no sólo el nombre que me puso Mooji coincide con el de una marca de ropa sino que la habitación en la que duermo en casa de Dani está toda llena de los preciosos vestidos que ella hace. ¡Cada vez que nos arreglamos para salir cae un modelito nuevo! Y menos mal, porque Goa no tiene nada que ver con el resto de India. Se acabó el recato y llegaron los bikinis, los escotes y las piernas al aire.
A Dani le encanta... bailar house! |
Así pues, seguimos conectando con la abundancia, y si no cómo puedo llamarle a vivir en una casita frente a la playa, rodeada de palmeras, gatos, perros, cerdos, wi-fi a ratos, la familia hindú que le alquila la casa a Dani y viven detrás, por no decir dentro, porque aparecen en cualquier momento (si no la peque de dos años, la madre o la abuela, a la que llamamos mama y es la que corta el bacalao).
Mama ayudando a su marido a recoger las redes para la pesca de mañana temprano |
Mi vexcina Maira, la nieta de Mama |
Mañana iré a Panjim, la capital del estado, pero donde yo estoy, en Mandrem, es muy tranquilo. Las playas son enormes y preciosas y no hay un solo día en que no vea la puesta de sol. A veces hasta hacemos apuestas sobre si el sol tocará de pleno el mar o se borrará antes.
A pesar de que todo suene mucho más frívolo, el viaje interior continúa. Este lugar me ofrece situaciones más "reales" o mundanas que me permiten enfrentarme a viejos fantasmas: temores y otras emociones que aparecen con claridad cuando tienes todo el tiempo del mundo para no camuflarlas detrás de los quehaceres cotidianos.
Por qué sale la foto de lado? Pregúntale al dichoso Blogger... Yo me rindo!!! Está claro: melena al viento, bailando al anochecer frente al mar con un minivestido de Dani |
Goa, justo el último sitio al que pensaba venir… y aquí estoy, para seguir rompiendo mis esquemas.
Si tienes ocasión, visita Agonda. Una playa inmensa apenas con un puñado de turistas, la mayoría interesados en el yoga o la aryuveda. Busca un sitio de bungalows de bambú en la playa llamado "My Place", los precios son super económicos unos 3 o 4 euros (200 o 250 rúpias) (aunque si quieres comodidades, las casas son muy baratas también).
ResponderEliminarHacen seminarios de aryuveda y yoga y la gente de allí se dedican a la pesca. Muy poco explotado turísticamente. El paisaje urbano es de madera y bambú en su mayoría ;-)
Un abrazo
esa foto mia esta muy fea :( mala ! hahahaah
ResponderEliminar