sábado, 8 de enero de 2011

Camino a Delhi

Aquí estoy de nuevo, dejando atrás Rishikesh, no aún el frío.  Escribo tumbada en mi litera de primera clase del Misoori train, destino a Delhi.  Dani, duerme arriba.  Tenemos una cabina para las dos solas. ¡Qué lujazo!  Nada que ver con el viaje de ida, donde iba en litera pero del vagón borreguero.  Tengo que acordarme de incluir alguna foto y así os hacéis una idea. 


Ahí estoy yo, encaramada a la litera y atando mis zapatos sobre estos ventiladores.  La mugre os la imagináis.


De Rishikesh me llevo grabado el color turquesa del Ganges.  En el satsang de hoy, Prem Baba ha hablado de la madre Ganga, que representa a la Diosa de la misericordia que con sus aguas lava nuestras miserias, todo lo que nos hace insistir en seguir en el sufrimiento.  Bueno, yo sólo metí  mis pies un día, que ya tiene mérito con el “pelete” que hacía, pero espero que sea suficiente.  Volveré a encontrarme con ella en Benarés, pero sospecho que el color va a ser muy distinto, por lo que me han contado. 

He aquí el testimonio gráfico.  Pongo cara de que está calentita, eh?
 Echaré de menos el aire puro de la montaña, los cantos de mantras teñidos de saudade brasileña de los satsangs, las deliciosas comidas del Ramana´s Garden caóticamente servidas por los niños del orfelinato-escuela con productos orgánicos de su propio huerto, cruzar el puente de Laxman Julha escondiendo la comida por miedo a ser atacada por algún mono, los guiris disfrazados con todo tipo de atuendos entre hippies, espirituales y de supervivencia por el frío… 


Bonito, verdad?  Eso que este día le fallaba el color turquesa.

Me llevo también el recuerdo de ratos compartidos con personas de todas partes del mundo.  Es posible que a algunas las vuelva a ver.  Tina, una mujer inglesa algo mayor que yo con problemas de salud, me llevó un día a su habitación para hacerle una sesión de Rebirthing.  Exactamente, el día de Hanuman, el dios mono.  Se disculpó antes de llegar a la habitación advirtiéndome que estaría desordenada, a lo cual yo contesté que no se preocupara. Lo primero en lo que me fijé al entrar fue en un teléfono móvil con la tapa abierta tirado en el suelo junto a otras muchas cosas… Me quedé unos segundos mirando ese teléfono sin poder procesar el caos que estaba contemplando, incapaz de emitir ningún juicio y Tina tardó en decir nada…  Todo revuelto y tirado por todas partes…  El día de Hanuman, el día perfecto para dejar la puerta del balcón abierta y que entre un mono.  El animal, divino él, dejó su firma en forma de caquita, pero la venganza kármica es implacable y eficiente.  Por lo visto, el macaco estuvo hurgando entre las medicinas de mi amiga buscando algo que llevarse a la boca y devoró complacido un montón de sobres que contenían un delicioso y dulce polvillo… laxante.


Uno como éstos fue el afortunado mono

En fin, todo eso se queda en Rishikesh.  Ahora me esperan un par de días en Delhi, aún en compañía de Dani, antes de empezar mi aventura en solitario hacia Agra, a ver el Taj Mahal,  Kajurahoo, y Benarés,  si Shiva, Ganesha, Hanuman, Khali, Ganga, y el resto de dioses regentes no disponen otra cosa.
Me despido copiando palabras de Prem Baba, a quien espero ver en Barcelona el próximo junio, para expresar mi deseo para todos nosotros en este año que acabamos de estrenar:



Nada más exótico que un gurú brasileño
Y no, no está durmiendo, está escuchando los cantos de mantras
 
Que tu amor sea revelado,
Que soltemos este juego de creer que necesitamos recibir, recibir y recibir amor exclusivo.
Que podamos reconocer nuestra naturaleza divina y todo el amor que tenemos para ofrecer.
Que podamos reconocer que tenemos para ofrecer alegría, perdón, gratitud, creatividad, belleza, esperanza.
Que donde haya tristeza, pongas alegría,
Donde haya oscuridad, pongas luz.

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